Punto de partida

La vida se compone de un sinfín de momentos, muchos de ellos inolvidables y otros totalmente prescindibles, aunque todos, finalmente, nos ayudan a ser lo que somos hoy. Es difícil aglutinar muchas de estas vivencias, la gran mayoría, finalmente, abocadas al olvido. Pero siempre hay oportunidades de mantenerlas en la memoria y, por qué no, compartirlas con otros, en un afán por rescatar aquello que nos ha hecho felices en un determinado momento o que ha contribuido a cambiar nuestra vida en otro. Desde la máxima humildad, faltaría más, este blog pretende ser un compendio de todo ello. Una mirada al pasado para afrontar el futuro, disfrutando, siempre, del presente.

lunes, 25 de mayo de 2009

¿Se acuerdan de la Generación X?

A lo largo de 30 años, mi generación, la llamada popularmente como 'X', ha sido vilipendiada y acusada de carecer de valores y no tener ideales que llevar a cabo. Y no se crean que tal afirmación hace uso del recurso de la exageración, las cosas siempre han sido así para los que ahora nos hayamos en la treintena.
Desde que éramos unos tiernos infantes, nuestros padres nos han recordado una y otra vez que hemos tenido TODO, que no hemos vivido una época de posguerra y que hemos contado con las posibilidades de las que ellos siempre carecieron.
Criados a base de sesiones de Barrio Sésamo y primeros dibujos japoneses como Heidi y Marco (aquellos sí que eran programas infantiles y no los que emiten ahora), mi generación fue la primera que se adentró en el mundo de la informática, conoció los vídeos en todas sus versiones y abrió con grupos masificados las aulas universitarias de este país.
Nacimos en un mundo en el que no se daba lugar a la guerra, porque el padecimiento de dos conflictos mundiales había llevado a la creación de la Organización de Naciones Unidas y, aún así, vimos cómo a principios de los 90 el afán imperialista de Estados Unidos amenazó con destruir Iraq, sufrimos los conflictos de los Balcanes, Sierra Leona, Somalia, Venezuela, Colombia y muchos más y, aún así, en el inicio de este siglo asistimos asombrados a un repetido episodio de la historia con una nueva contienda en Iraq, cuyos efectos han marcado la política internacional de esta nueva era.
Siempre nos acusaron de carecer de principios y, pese a ello, entre miles de movilizaciones, hemos levantado manos blancas contra el terrorismo, portado lazos rojos contra el sida, gritado hasta quedarnos sin voz contra la guerra, hemos recogido chapapote hasta quedarnos sin aliento o denunciado, a veces con nuestra vida, los efectos de la violencia de género. Y eso sólo es un ejemplo.
Hoy, muchos de aquellos jóvenes, somos personas con una gran conciencia social y una tolerancia que se ha fraguado a base de convivir con fenómenos como la inmigración, que ya forma parte de nuestra historia, o tras haber asistido como tristes observadores a la concurrencia de atropellos sociales a los más desfavorecidos.
Todo ello nos ha hecho pensar que el mundo podría ser mejor si así lo quisiéramos. Sólo depende de nosotros en verdad. Llámennos ilusos si quieren, pero en un primer paso para cambiar las cosas.

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