Punto de partida

La vida se compone de un sinfín de momentos, muchos de ellos inolvidables y otros totalmente prescindibles, aunque todos, finalmente, nos ayudan a ser lo que somos hoy. Es difícil aglutinar muchas de estas vivencias, la gran mayoría, finalmente, abocadas al olvido. Pero siempre hay oportunidades de mantenerlas en la memoria y, por qué no, compartirlas con otros, en un afán por rescatar aquello que nos ha hecho felices en un determinado momento o que ha contribuido a cambiar nuestra vida en otro. Desde la máxima humildad, faltaría más, este blog pretende ser un compendio de todo ello. Una mirada al pasado para afrontar el futuro, disfrutando, siempre, del presente.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Los peligros de la verdad

Desde que éramos pequeños, muchos de los que hoy nos dedicamos a este apasionante mundo del periodismo, hemos soñado con poder estar algún día presentes en un conflicto bélico, poder formar parte, de alguna forma, de esa historia y, lo que es más importante, poder contárselo a los demás. Es una pasión que pocos entienden y que, en cambio, numerosos profesionales comparten.
Una de las últimas 'oportunidades', ya metidos en este siglo, fue la guerra de Iraq, un campo minado de rencor y odio (sólo hay que ver sus consecuencias), donde fallecieron dos compañeros españoles y donde tantos otros sucumbieron a manos de la intolerancia, ya no física, sino ideológica que, a la larga, es la más dañina de todas.
Fue entonces cuando tres corresponsales recién llegados del país, Jon Sistiaga (Tele 5 en aquel momento), Carlos Hernández (Antena 3) y Olga Rodríguez (Cadena Ser), contaron su experiencia y se remontaron al día en el que fue asesinado (sí, sí, asesinado) el cámara de Tele 5, José Couso.
La versión periodística fue que, en una jornada en la que también fueron bombardeados los principales medios de información iraquíes, previa a la caída de Bagdad, las tropas norteamericanas, temiendo que la batalla fuera muy cruenta y sangrienta, consideraron adecuado 'hacer salir' a los medios contrarios a su causa del país.
José Couso fue asesinado por un tanque norteamericano, por un tanque aliado, y todavía nadie ha dado siquiera una contestación. Al margen de ideologías políticas que para nosotros son lo de menos, la indiferencia y la falta de apoyo que en cuestiones como ésta esgrimen las autoridades españolas duele, sobre todo cuando esos compañeros han arriesgado sus vidas (y muchos las han perdido) para ser los ojos de nuestro país.
Quizás las grandes potencias invasoras deberían saber que la libertad es respetar el punto de vista del otro, aunque sea diferente, algo por lo que, desde la más auténtica lucha por la libertad de expresión, trabajamos día a día todos los periodistas. Puede que para algunos sólo sean objetivos. Para nosotros son mucho más. José Couso y Julio Anguita Parrado en Iraq, Julio Fuentes en Afganistán, Miguel Gil en Sierra Leona... y tantos otros que murieron bajo los escombros de una guerra decidida por unos pocos.
Y a pesar de todo, es imposible no tenerles algo de envidia. Al menos ellos... estuvieron allí.

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