Mientras Madrid vivía la peor nevada de los últimos años, otros disfrutábamos también de la nieve en el Pirineo Aragonés donde, a menudo, el cielo y la tierra se unen en un paisaje único. De nuevo fue la estación de esquí de Formigal el destino elegido para esquiar (en mi caso, intentar no caer de los esquís) y, sobre todo, disfrutar de un paisaje impresionante. En la provincia de Huesca, a pocos kilómetros del Parque Nacional de Ordesa, pervive este espectacular recodo flanqueado por riscos, telesillas y pequeñas casas de madera. En invierno la nieve y en el resto de épocas su impresionante naturaleza, así como el festival que todos los veranos se celebra en Lanuza, hacen de este entorno, en Sallent de Gallego, un lugar a visitar.
Os dejo algunas imágenes para abrir boca de Lanuza y su embalse (completamente helado), de la estación, de las brumas al llegar al valle y del hotel en el que tuvimos ocasión de alojarnos: La Casueña (http://www.lacasuena.com/). Por primera vez salimos de la estación y resultó ser un acierto. Pequeño y encantador, todas sus habitaciones tienen nombre de escritores conocidos y una de sus obras cumbres en el escritorio de la estancia. Y unos desayunos.... mmm! para chuparse los dedos.
Un paraíso para perderse cuando necesites encontrarte.
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