Punto de partida

La vida se compone de un sinfín de momentos, muchos de ellos inolvidables y otros totalmente prescindibles, aunque todos, finalmente, nos ayudan a ser lo que somos hoy. Es difícil aglutinar muchas de estas vivencias, la gran mayoría, finalmente, abocadas al olvido. Pero siempre hay oportunidades de mantenerlas en la memoria y, por qué no, compartirlas con otros, en un afán por rescatar aquello que nos ha hecho felices en un determinado momento o que ha contribuido a cambiar nuestra vida en otro. Desde la máxima humildad, faltaría más, este blog pretende ser un compendio de todo ello. Una mirada al pasado para afrontar el futuro, disfrutando, siempre, del presente.

sábado, 3 de octubre de 2009

Tenía una corazonada...

Tenía una corazonada...
Y es extraño porque hace unos años asistí a la elección de Londres 2012 y admití que tanto ella como otras ciudades tenían candidaturas más espectaculares que la nuestra.
Pero tenía una corazonada...
Lo que resulta curioso porque no ha sido hasta hoy cuando he prestado interés a un proceso de magnificación que hasta ahora, aquí lo admito, no me entusiasmaba.
Y la cuestión... es que tenía una corazonada.
Pese a ser una de las acérrimas convencidas de que los Juegos Olímpicos deben ser parte del mundo y por ello no es lógico ubicar unas Olimpiadas durante dos ediciones consecutivas en el mismo continente.
Pero ahí seguía... la corazonada.
Y encendí la televisión y me conecté a Copenhague, a sólo 15 minutos de la exposición madrileña ante el Comité Olímpico Internacional, enganchándome a su desarrollo con ciertas reservas al principio.
Y fue ahí, ahí, cuando la corazonada fue haciéndose grande, ocupándome el pecho en los minutos previos y llenándolo de orgullo y emoción durante la presentación de nuestra candidatura. No era por ser mejor que los demás, era por sentirnos auténticos. Por pertenecer a algo.
Seguía la corazonada.
Lo hacía con menos fuerza porque la exposición de Río había sido brillante con un Lula Da Silva entregado y el efecto Obama podía influir en Chicago. ¿Tokio? Nunca entró en las apuestas. Su cercanía con Pekín 2008 y su carencia emotiva les habían condenado desde el principio. Las Olimpiadas necesitan pasión y de eso a nosotros nos sobra.
Quizás por ello, seguía la corazonada.
Y hasta nos hizo rozar la gloria cuando Chicago cayó en la primera vuelta arrastrada por un limitado proyecto y por un presidente con una exposición demasiado personal y una salida a lo 'Chirac'. El siguiente debía ser Tokio.
Por eso, tenía la corazonada...
La caída de la propuesta nipona y la hora de espera apenas fueron nada en un momento en el que el corazón latía a toda prisa y el pensamiento vagaba entre posibilidades, abordando la justicia histórica que Europa y el mundo debía tener por Sudamérica, y nuestra propuesta, mejor a todas luces y cargada de pasión. Es quizás en estos momentos cuando te sientes más española que nunca.
Y fue por ello por lo que continuó la corazonada...
Se desinfló al oír el nombre de Río, de forma calmada, tal como vino. Y la pena instantánea dio paso a la vida, a nuevos intereses y nuevas emociones, a nuevas ilusiones, compases de espera y recuerdos. Porque al fin y al cabo, tampoco nos importaba tanto hasta hoy, y tampoco es algo que cambie de gran forma nuestras vidas, al menos la mía, a partir de mañana.
Aunque no por ello, puedo olvidar que durante una gran instante... tuve una corazonada.

2 comentarios:

  1. A por la próxima. Madrid 2020. El que la sigue, la consigue... Creo que esta vez, todos teníamos esa corazonada, aunque sólo fuera por un instante...

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  2. Que texto más bueno, chata!

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