Punto de partida

La vida se compone de un sinfín de momentos, muchos de ellos inolvidables y otros totalmente prescindibles, aunque todos, finalmente, nos ayudan a ser lo que somos hoy. Es difícil aglutinar muchas de estas vivencias, la gran mayoría, finalmente, abocadas al olvido. Pero siempre hay oportunidades de mantenerlas en la memoria y, por qué no, compartirlas con otros, en un afán por rescatar aquello que nos ha hecho felices en un determinado momento o que ha contribuido a cambiar nuestra vida en otro. Desde la máxima humildad, faltaría más, este blog pretende ser un compendio de todo ello. Una mirada al pasado para afrontar el futuro, disfrutando, siempre, del presente.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

A la vuelta de agosto

Recién llegada de Cádiz, vuelvo a la normalidad tras tres semanas de descanso en las que he intentado desconectar de todo y tomar fuerzas para afrontar el nuevo curso escolar, como quien dice. Un curso que comienza, por primera vez para mí, sin 'clase' ni destino al que encaminar mis pasos y que se presenta con la incertidumbre de saber qué pasará en los próximos meses. Ahora empieza una labor mayor que cualquier otra, la de buscar empleo.

A diferencia de otros años, agosto comenzó para mí con tristeza, pesar y, sobre todo, una sensación de inutilidad enorme. Las dos primeras semanas apenas transcurrieron entre curriculums, búsquedas de empleo y alternativas de formación, en un alarde de desenfrenado interés por hallar algo, lo que fuera, que me mantuviera ocupada. Un abismo de sentimientos encontrados que comenzó un 24 de julio, con mi última jornada en La Tribuna, y que finalizó el 14 de agosto con mi primera visita al Inem. Allí, en la 'Casa Grande', me encontré con otras muchas personas, muchísimas, en situaciones similares a la mía. Es curioso pero, pese a la desazonadora visita, fue allí cuando, realmente, entendí que La Tribuna posiblemente había sido un lugar de paso, enriquecedor como ninguno, pero nunca un destino.

Cuando nuestra rutina falla el miedo se apodera de gran parte de tu vivir. Es un momento duro aunque, seguramente, nos llevará a vivir nuevas experiencias y a disfrutar de otras. Y, por encima de todo, a relativizar ciertas cosas que, con demasiada frecuencia, nos alejan de aquellas otras que nos hacen felices.

Por ejemplo, hace unas semanas, el 15 de agosto, viví uno de los mejores momentos de este verano. Coincidimos los amigos de Santorcaz en casa, encargamos una paella y disfrutamos de un intenso día con piscina, juegos, confidencias y, sobre todo, muchas risas. En una etapa en la que me he planteado la importancia de mi vida, únicamente, en base a mi trabajo, rasero que he utilizado para medir mi valía, ya no sólo como profesional, sino también como persona, necesitaba recordar que al final, en la retina, prevalecen los momentos afectivos, las experiencias humanas por encima de las profesionales. Porque la felicidad puede concentrarse perfectamente en un buen rato con los amigos, un saco de vivencias y un petate cargado de buenos momentos e instantes inolvidables. Gracias a ellos por eso.

Es curioso pero aunque sólo ha pasado poco más de un mes, creo que ya no soy la misma persona que se quedó sin trabajo en julio. Algo ha cambiado. El miedo y la desesperación han dado paso a otro sentimiento, las ganas de aprovechar la oportunidad de comenzar algo nuevo. El mundo no se acaba aquí. Es posible que, para la mayoría de nosotros, esto sólo sea un nuevo comienzo. Merece la pena intentarlo.

2 comentarios:

  1. Olé.
    Me alegro de leer esto...
    Y veo que ya estáis por aquí... esta semana me he metido todos los días para "enterarme" de cuando volveríais, jiji...
    Un abrazo y hablamos.

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  2. Para mí también fue un gran día...de los mejores del verano. Gracias por hacerme revivir tantos momentos buenos!!

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