La Tribuna Digital: Glycerine...

Punto de partida

La vida se compone de un sinfín de momentos, muchos de ellos inolvidables y otros totalmente prescindibles, aunque todos, finalmente, nos ayudan a ser lo que somos hoy. Es difícil aglutinar muchas de estas vivencias, la gran mayoría, finalmente, abocadas al olvido. Pero siempre hay oportunidades de mantenerlas en la memoria y, por qué no, compartirlas con otros, en un afán por rescatar aquello que nos ha hecho felices en un determinado momento o que ha contribuido a cambiar nuestra vida en otro. Desde la máxima humildad, faltaría más, este blog pretende ser un compendio de todo ello. Una mirada al pasado para afrontar el futuro, disfrutando, siempre, del presente.

domingo, 21 de febrero de 2010

Glycerine...

Recuerdo cierto día de primavera. En el césped de la Universidad, primero de carrera y la mochila cargada de sueños e ilusiones. Una guitarra sonaba y entre risas, oí por vez primera esta canción. En aquel momento, presa de la felicidad y la camaradería, me sentí afortunada. El grupo era Bush y la canción, 'Glycerine'.

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Marcapáginas

EL PADRINO, de Mario Puzo. Una auténtica obra maestra supeditada al enorme éxito que tuvo la película (también de lo mejorcito del séptimo arte). Léelo y, ya sabes... que parezca un accidente
EL PERFUME, de Patrick Süskind. Una de las mejores narraciones de todos los tiempos. Un instante único para apreciar los sentidos. Un libro que se disfruta, se lee pero, sobre todo, se huele.
LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDON DE GASOLINA, de Stieg Larsson. La segunda parte de la saga de Larsson cambia totalmente de tercio para dar un giro a una historia en la que, nuevamente, las mujeres son las mayores víctimas. Una mirada a un inframundo de delincuencia y extorsión, al de la investigación policial y al del trabajo periodístico que se asocia a ella, con un trasfondo cargado de interés. Cumple su papel con creces.
LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA, de Dominique Lapierre. La miseria y sobre todo grandeza de Calcuta a través de los ojos de aquella que se acercan a la gran ciudad para ayudar y, a cambio, reciben el mejor de los regalos, conocer la verdadera esencia de la felicidad.
LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, de Stieg Larsson. La nueva literatura nórdica está plagada de guiños novedosos y referencias a una actualidad que, por desgracia, cada día está más presente en nuestras vidas. Aunque al principio parece un poco lento, a partir de las 100 primeras páginas se convierte en un libro que difícilmente podrás olvidar. Muy recomendable.

En la gran pantalla

CELDA 211. El estreno de Daniel Monzón se convierte en todo un canto a los sentidos y en una experiencia incomparable de calidad que rompe las limitaciones del cine español de los últimos años. Luis Tosar está inmenso en el papel de Malamadre, un personaje que, sin duda, quedará en la retina de todos los cinéfilos. Aunque en el caso de Tosar poco sorprende su maestría y, sobre todo, su más que merecido Goya. Aquellos que nos aterrorizamos con él en 'Te doy mis ojos' bien conocemos la maestría de este genial actor. Arropado por un elenco de excepción y con una réplica espectacular por parte de Alberto Ammann (para mí siempre será Calzones), Celda 211 es una película para ver, disfrutar y, sobre todo, reflexionar. Disfrutadla.
SLUMDOG MILLIONAIRE. La última obra de Danny Boyle nos lleva a un cuento de hadas en un escenario poco dado a los sueños, la India. A través del famoso consurso '¿Quién quiere ser millonario?' un joven de los suburbios desafiará al sistema y, realmente, al mundo que conoce. Quizás no sea acreedora de ocho Óscars y su tono sea demasiado optimista, pasando de puntillas sobre problemas endémicos de este país y no profundizando en la mayoría de injusticias que denuncia. Pero su desarrollo es bellísimo. Una de las mayores sorpresas del año, sin duda. Por fin el director de 'Trainspotting' vuelve a obsequiarnos con otra historia completamente inolvidable.
ÁVATAR. James Cameron vuelve a sorprender tras años de trabajo en una obra faraónica con una película que marcará un antes y un después en la concepción del cine. En su versión en 3D (por favor, no os la perdáis si podéis), ofrece una nueva experiencia para el espectador y una delicia para los sentidos. Y no porque Ávatar tenga un buen guión, o porque no resulte predecible, que lo es, sino porque es tan inmensamente bella que te subyuga desde el primer momento y te desasosiega como una experiencia real. Y todo ello con un mensaje universal: cuidemos nuestro entorno como si fuéramos nosotros mismos. Por nuestro futuro. Es la película que, posiblemente, más me haya avergonzado como ser humano. No os la perdáis.